viernes, 10 de junio de 2016

Hasta siempre, Mexicano

No me decidía a escribir estas líneas, pero creo que es el mejor modo de asimilarlo todo definitivamente.

Cada persona tiene sus preferencias, pero en estos casos no hay colores, una pérdida siempre entristece y une más a la gente. Sabía que este año sería el primero desde 2014 que no iría a Montmeló, porque al adelantar la primera etapa del Mundial de Motociclismo una semana, me coincidía con exámenes.

El viernes 3 de junio en sí, desde por la mañana, fue duro, porque nada más salí del examen oral del B1 de inglés en la EOI de Benidorm, mi padre me estaba esperando para irnos a Valencia porque el único examen que me quedaba para terminar la carrera era esa misma tarde. Ese día solo vi los primeros entrenos libres de Moto3, y porque fueron antes de salir de casa. Se puede decir que seguía el resto de los entrenos por la mañana vía twitter y lo que iban comentando por WhatsApp.

Cuando llegué a Valencia, solo tuve tiempo de comer, y luego me fui pitando a por el bus para ir a la facultad a hacer ese último examen de la carrera. No vi el móvil hasta las 17:00, que hicimos una pausa tras las dos primeras horas de examen; ahí me enteré del accidente de Luis Salom, pero no pude leer nada porque quería intentar centrarme en la otra mitad del examen, y volvimos a entrar para continuar. No hacía más que desear que no fuese nada grave y, al salir del examen sobre las 19:20, en cuanto abrí WhatsApp no lo podía creer (o no quería creerlo). Me quedé paralizada, pálida, y no tenía ni fuerza para bajar los cuatro pisos que quedaban hasta salir a la calle. Durante todo el trayecto de vuelta a casa intenté asimilarlo, pero me parecía tan raro que no podía. No tenía expresión. Nada más vi a mi madre se lo dije, ella también se entristeció.

Yo no podía entrar en redes sociales, no tenía fuerzas para leer nada. Vi el momento en que en Movistar daban la noticia, y el vídeo que le hicieron a Luis y ahí no pude más… es tan injusto que un muchacho de 24 años perdiera la vida así, haciendo lo que más quería… Fui a descansar para estar bien al día siguiente, que tenía otro examen, pero estuve desde que me levanté y todo el día dándole vueltas en la cabeza a lo corta (y a veces injusta) que es la vida… Y ese día tampoco pude ver nada.

El domingo de carreras fue duro, muy duro. Ya de vuelta en Altea, estábamos mi madre y yo viendo el previo, y ver en el minuto de silencio a todo el equipo y a todos los que forman parte del mundial, destrozados, nos partió el alma. Ver que estuvo presente en cada podio, en cada victoria y en cada uno de sus compañeros, hizo que no notásemos tanto su ausencia en la carrera de Moto2. Ver todos los gestos, los actos, ver que el motociclismo en estos casos no entiende de colores, nos puso las emociones a flor de piel. Ese día no importaba nada, todos pensaban en él y en hacerlo lo mejor posible por él.

Tuve la suerte de ver a Luis en cada GP al que he ido, desde Cheste 2013, cuando se jugaba el mundial de Moto3, y hasta Jerez de este año. Siempre con su sonrisa y tan cercano a la gente. Ahora puedo decir que, aunque me entristece no haber podido ir a Montmeló, creo que también tuve suerte, pues si ya desde casa fue duro vivirlo, creo que allí no hubiese podido, porque para una persona a la que le entusiasma este mundo del motociclismo, una noticia así le cae como un jarro de agua fría.




Siempre te recordaremos, siempre estarás presente en cada gran premio, siempre estarás cuidando de todos ellos. Allá donde estés, cabalga siempre, Mexicano.

sábado, 28 de mayo de 2016

Tópicos

De niños nos han enseñado unos principios: no solo nos enseñan a distinguir lo que está bien y lo que está mal, nos han enseñado que debemos comportarnos, seguir ciertos estereotipos (“por nuestro bien”, nos decían). Y pienso que lo que hacían era moldearnos a su antojo, haciéndonos creer lo que es “correcto” para ellos.

Luego, cuando crecemos, nos damos cuenta de que podemos tomar nuestras propias decisiones, decidir qué hacer y qué no. Salimos de esa burbuja en la que nos metieron y empezamos de nuevo nuestro propio camino, con nuestros ideales, sí, pero también tomamos algunas de las cosas que nos inculcaron. Filtramos lo que queremos, lo que creemos que es “correcto” (quizá por eso nos dicen que la adolescencia es la peor etapa, porque somos rebeldes).

Cuando maduramos, todavía no somos capaces de distinguir lo “correcto”, porque es imposible que todos pensemos del mismo modo, pero seguimos cada uno aferrándonos a nuestros ideales. En cierto modo, este proceso es una espiral, un círculo, el pez que se muerde la cola, llamémoslo ‘X’. Pues siempre volvemos a caer en aquello que evitamos, en lo que nos hicieron a nosotros: constantemente estamos pendientes de convencer a todo el mundo con lo que creemos “correcto”, aun sabiendo que cada uno tiene su opinión y sus principios.

Llegados a este punto, ¿de verdad estamos siempre en lo cierto? ¿Qué es eso que llamamos “correcto”? ¿Acaso no será simplemente un tópico? Todos tenemos nuestra propia opinión, de modo que siempre será imposible convencer a alguien que piensa en otras cosas.

viernes, 27 de mayo de 2016

¿Qué significa para mí el 110?

Para mí 110 son las sensaciones que vivo cuando disfruto de un Gran Premio en directo. 110 son las lágrimas que se me escapan de alegría cuando mi piloto termina la carrera o de tristeza si no la termina. 110 son las palabras que quiero decir a la hora de explicar lo que me produce una carrera y que no me salen porque no hay palabras que lo describan. 110 son los 'microinfartos' que me dan en cada carrera porque nunca se sabe qué va a pasar, son impredecibles. 110 emociones a flor de piel esperando que llegue cada Gran Premio al que sé que voy a ir. Más de 110 son los Grandes Premios a los que espero poder asistir y disfrutar con mis amigas.

@marypondio